sábado, 7 de noviembre de 2009

CHARLA EN CAÑADA DE GOMEZ

A lo largo de décadas, hijos de esta ciudad han ido a estudiar a Rosario viajando en los que conocíamos como los locales con la seguridad de ir y volver sin los riesgos de nuestras colapsadas rutas y autopistas.

Comerciantes, profesionales médicos, ingenieros y docentes que tenían que cumplir sus obligaciones laborales en Rosario se movilizaron en trenes o coches motores que les permitían ir leyendo el diario , escribiendo o estudiando y lo hacían diariamente a un costo ínfimo y con una comodidad que nada tiene que ver con los servicios actuales de ómnibus de reducidas butacas, pasajes caros, vehículos sucios, inseguros e impuntuales y a veces viajando parados.

Desde que se levantaron los servicios de pasajeros de nuestros trenes hubo pueblos enteros que desaparecieron, familias que se vieron obligadas a migrar a las grandes ciudades en busca de un mejor destino que pocos encontraron, ya que las grandes ciudades los discriminaron y muchos que carecían de especializaciones, otros con escasos niveles de educación primaria y los más con sus modestas manos de obras producto de sus oficios rurales, terminaron excluidos en “asentamientos irregulares” como ahora designan a las villas miserias.

Nosotros desde tren para todos, venimos a reivindicar el tren, a decirles a todos que necesitamos los trenes para desarrollar nuestras economías regionales, para generar con una pujante industria ferroviaria decenas de miles de nuevos puestos de trabajo porque sin exageración alguna, la falta de puestos de trabajo como consecuencia del cierre de los servicios de trenes no se limita solamente a los vinculados directamente con la conducción o el corrimiento de los mismos, ya que nadie dude de que recuperando sus talleres y reponiendo su industria ferropartista se pueden colocar más de cien mil, porque está todo disponible para que así sea.

Nuestro proyecto de reconstrucción del sistema ferroviario tiene al aval de nuestra sociedad, no hay hoy una sola fuerza política, gremial, institucional o social que no esté de acuerdo en la necesidad de reinstalar los servicios que fueron saqueados desde la década del 90 y que continúa hasta nuestros días.

Somos optimistas, porque el proyecto de tren para todos responde al sentido común que indica que para transportar la mayor cantidad de cargas y pasajeros, debe utilizarse el medio de transporte más seguro, económico, de menor consumo de combustibles, el menos contaminante y el que con niebla, humo, lluvia o granizo asegure siempre el servicio. No es acaso el tren ese medio de transporte?

Alguno de ustedes puede pensar un MERCOSUR o el UNASUR sin trenes?

No quedan argentinos honestos que duden que el desguace cometido tenía como objetivo quebrar la columna vertebral de las comunicaciones y favorecer los negocios de unos pocos con el desarrollo del mercado automotor, generador de la siniestralidad de nuestras rutas y autopistas y que nos han costado más de 8.000 víctimas fatales por año y 15.000 lesionados con muchos de ellos inválidos de por vida.

Estamos hablando de vidas humanas, que es lo más importante, pero todavía no hemos hablado de costos y guarismos económicos.

Pensemos por un instante en la calidad de vida que hemos perdido con una creciente polución ambiental como producto de las cientos de millones de partículas de caucho desprendidas de las centenares de miles de cubiertas rodando por nuestros caminos, calles y rutas que se esparcieron en la atmósfera y que todos en mayor o menor grado tenemos alojadas en nuestros pulmones.

Pensemos incluso en las condiciones laborales de los propios camioneros y chóferes de ómnibus, conduciendo en rutas colapsadas, sumando stress, riesgos, tensión nerviosa y en jornadas agotadoras de más de ocho, diez o doce horas diarias y las denominadas “enfermedades profesionales” de los conductores que convierten en “viejos” a hombres de entre 50 y 60 años.

Desde tren para todos, proponemos el uso del camión y el ómnibus para la media y corta distancia, como se hace en los países desarrollados y modernos, cuidando la salud psicofísica de los trabajadores del volante y usar el ferrocarril y el transporte fluvial para las grandes cargas y distancias.

Qué calidad de vida tiene un conductor que regresa a su casa luego de conducir bajo presión psíquica en rutas atiborradas de vehículos como para disfrutar de su familia, hacer vida social, salir a caminar con su esposa e hijos, juntarse en el club o el bar con los amigos, practicar algún deporte, es decir hacer vida normal?

Pero no se ha pensado así y hoy vemos las consecuencias. Treinta y dos mil camiones lanzados a las rutas y autopistas por cada millón de toneladas de cereales transportadas, que se suman al resto de las cargas generales y que han convertido nuestras rutas y autopistas en verdaderas trampas a la vida y sin ningún beneficio para la sociedad, ya que los costos de fletes son nada más y nada menos que ocho veces superiores a los del ferrocarril.

Por eso no entendemos como no han tenido en cuenta estas diferencias nuestros productores agropecuarios y han exigido la restitución de este sistema de transporte como parte de sus reclamos por mayor rentabilidad en sus cosechas.

El descalabro producido en nuestra economía nacional, consecuencia de la desarticulación de nuestras economías regionales ha convertido a muchas poblaciones en pueblos fantasmas, que junto al proceso de liquidación salvaje de nuestros bosques nativos en procura de más hectáreas para sembrar soja, a convertido en desiertas amplias zonas productivas de nuestra pampa húmeda.

Ha sido tan violenta la embestida del neoliberalismo en el propósito de demostrar con mentiras de los principales medios de comunicación que el ferrocarril era un cáncer de nuestra economía que había que extirpar, que ese mensaje lo compró gran parte de la sociedad y hoy, quizá con mucha demora y muy graves daños ocasionados comienza a ser mostrado como una realidad palpable del grave error cometido de dejar hacer a nuestros gobiernos y haber permitido que nos robaran los trenes.

Este cuadro social que nos pinta Solanas en la película que acabamos de ver, nos provoca a quienes hemos trabajado en nuestros ferrocarriles una sensación de impotencia, bronca contenida y rebeldía e indignación. Pero es bueno indignarse, porque solamente con esa indignación hemos encontrado fuerzas para acometer esta patriada.

Nos preguntaron cuando estábamos cerca de las 400.000 firmas que haríamos cuando llegáramos al millón de firmas y ese millón significaba nuestro primer escalón de las millones de firmas que queremos juntar para torcerle el brazo a los que han rifado nuestro patrimonio nacional en actitudes que pueden calificarse de verdadera traición a la patria, porque si algo grave ha sucedido en las dos últimas décadas ha sido destruir nuestros FF.CC. y con ello las esperanzas de cientos de miles de argentinos.

De haber habido honestos políticos y dirigentes gremiales comprometidos con el país en los gremios ferroviarios que analizando lo que se venía, se hubieran opuesto al latrocinio cometido, estaríamos hablando en otros términos y otra hubiera sido nuestra historia y la historia de nuestro país

Pero los grandes medios de comunicación, nos lavaron la cabeza con el champú del neoliberalismo, silenciaron las quejas y protestas, siendo cómplices y algunos sumados a la fiesta del saqueo del patrimonio nacional, la destrucción de nuestros bienes públicos y la liquidación a precios de remates de talleres y equipamientos, embarcados en negocios personales, para luego convertirse en “empresarios” , mezclados en la farándula de una nefasta galería de traicioneros, delincuentes, buchones y corruptos.

El enriquecimiento ilícito fue un norte para muchos y no vacilaron en sepultar principios, ética, conducta y antecedentes cambiándolos por prontuarios.

Bueno compañeros ferroviarios, amigas y amigos , esto solo debe importarnos para un balance de lo sucedido, pero no debe paralizarnos, debe potenciar nuestra fuerza para revertir el deterioro del país, para ponernos de pie y luchar por la recuperación de los trenes, los servicios que teníamos, la seguridad de sus usos y la economía de sus costos, que sin duda alguna gravitan en el precio de los bienes que consumimos cotidianamente.

Salgamos mañana a invitar a nuestros familiares, amigos y a nuestros vecinos a sumarse a esta patriada, porque los trenes volverán, volverán como vuelven las primaveras y los veranos, el día y la noche, volverán con sus mensajes y noticias frescas, con los afectos de nuestros lejanos familiares, con las visitas, con las llegadas y partidas haciendo de la estación de trenes el centro de la cultura, el desarrollo y el progreso de nuestra región y las comunicaciones entre nuestras sociedades.

No hay futuro sin trenes, recuperemos los trenes porque así recuperaremos el trabajo, la seguridad, la vida, el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos y el futuro de este país que debe enterrar para siempre los errores de haberlos abandonado y cuando volvamos a tenerlos, cuidarlos, amarlos y defenderlos como nuestro más caro patrimonio nacional.


Ángel M. Contestí

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